Dentro del contexto de nuestras sociedades posindustriales mediatizadas, la prensa escrita representa un dominio realmente excepcional para el analista de discursos, en búsqueda de un campo propicio para la prueba de sus hipótesis teóricas y para poner a prueba sus instrumentos de descripción: la prensa es, por un lado, una suerte de laboratorio para el estudio de las transformaciones socioculturales de los grupos sociales y para el estudio de las relaciones entre estas transformaciones y la evolución y el entrelazamiento de los géneros discursivos; admite una red de producción de discursos cuya complejidad aspira a poner en acción un cuadro conceptual de múltiples niveles, capaz de enfrentar tal complejidad.
El objetivo de este trabajo es hacer un recorrido general por este cuadro conceptual, recordando, al mismo tiempo, ciertos problemas que se presentan cuando se aborda el terreno de la prensa escrita desde el punto de vista de una teoría de la discursiva social.
Una teoría de los discursos sociales, antes que nada, no considera la prensa escrita como lugar (entre otros) de manifestación de las reglas de la lengua, sino como uno de los terrenos donde se diseñan, bajo una forma dominante específica –la de la materialidad de la escritura - los objetos que le son propios; los discursos. A propósito de la prensa escrita, dicho de otro modo, se la debe recorrer dentro de la teorización de los objetos discursivos.
En segundo término, no creo que se llegue a una teoría de lo discursivo por prolongación-modificación de una gestión lingüística (cualquiera que sea). La prensa escrita es precisamente un buen dominio para ejercitar la única estrategia posible a mi criterio, consistente en confrontarse con lo complejo como tal, a su propio nivel, sin caer en la ilusión según la cual a partir de lo simple, por composición y con paciencia, se llegará a lo complejo.
En tercer lugar, si se parte de objetos complejos, los macro-funcionamientos discursivos sobredeterminan los micro-funcionamientos del lenguaje. Es por eso que algunos macro-conceptos son aquí fundamentales. Es a nivel de los macro-funcionamientos que se puede emprender la toma de las condiciones productivas sobre los discursos, y por lo tanto, la enraización de estos últimos dentro de la sociedad y de la evolución histórica.
Los lugares de manifestación de estos macro-funcionamientos discursivos son, en nuestras sociedades industriales, los medios de comunicación. El término “medio” señala, para mí, no solamente un dispositivo tecnológico particular (por ejemplo, la producción de imágenes y de sonidos en un soporte magnético, sino la conjunción de un soporte y de un sistema de prácticas de utilización (producción/ reconocimiento). El video doméstico, que conduce al registro de escenas de la vida familiar, y la televisión de audiencia masiva no se diferencian debido a la naturaleza del dispositivo tecnológico; pero no se trata realmente, en un caso u otro, del mismo medio. Los diferentes procedimientos que concluyen a lo escrito impreso, no son sino dispositivos técnicos. La prensa escrita de lectura masiva es un medio; el equipo computador personal-impresor que ha hecho entrar a lo escrito impreso en el universo de los usos individualizados está probablemente creando otro medio, absolutamente nuevo. El “medio de comunicación” es por lo tanto para mí un concepto sociológico y no tecnológico.
El objetivo de este trabajo es hacer un recorrido general por este cuadro conceptual, recordando, al mismo tiempo, ciertos problemas que se presentan cuando se aborda el terreno de la prensa escrita desde el punto de vista de una teoría de la discursiva social.
Una teoría de los discursos sociales, antes que nada, no considera la prensa escrita como lugar (entre otros) de manifestación de las reglas de la lengua, sino como uno de los terrenos donde se diseñan, bajo una forma dominante específica –la de la materialidad de la escritura - los objetos que le son propios; los discursos. A propósito de la prensa escrita, dicho de otro modo, se la debe recorrer dentro de la teorización de los objetos discursivos.
En segundo término, no creo que se llegue a una teoría de lo discursivo por prolongación-modificación de una gestión lingüística (cualquiera que sea). La prensa escrita es precisamente un buen dominio para ejercitar la única estrategia posible a mi criterio, consistente en confrontarse con lo complejo como tal, a su propio nivel, sin caer en la ilusión según la cual a partir de lo simple, por composición y con paciencia, se llegará a lo complejo.
En tercer lugar, si se parte de objetos complejos, los macro-funcionamientos discursivos sobredeterminan los micro-funcionamientos del lenguaje. Es por eso que algunos macro-conceptos son aquí fundamentales. Es a nivel de los macro-funcionamientos que se puede emprender la toma de las condiciones productivas sobre los discursos, y por lo tanto, la enraización de estos últimos dentro de la sociedad y de la evolución histórica.
Los lugares de manifestación de estos macro-funcionamientos discursivos son, en nuestras sociedades industriales, los medios de comunicación. El término “medio” señala, para mí, no solamente un dispositivo tecnológico particular (por ejemplo, la producción de imágenes y de sonidos en un soporte magnético, sino la conjunción de un soporte y de un sistema de prácticas de utilización (producción/ reconocimiento). El video doméstico, que conduce al registro de escenas de la vida familiar, y la televisión de audiencia masiva no se diferencian debido a la naturaleza del dispositivo tecnológico; pero no se trata realmente, en un caso u otro, del mismo medio. Los diferentes procedimientos que concluyen a lo escrito impreso, no son sino dispositivos técnicos. La prensa escrita de lectura masiva es un medio; el equipo computador personal-impresor que ha hecho entrar a lo escrito impreso en el universo de los usos individualizados está probablemente creando otro medio, absolutamente nuevo. El “medio de comunicación” es por lo tanto para mí un concepto sociológico y no tecnológico.
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